Alma del Cabo Polonio, el Zorro se va para quedarse

Alma del Cabo Polonio, el Zorro se va para quedarse

Alma del Cabo Polonio, el Zorro se va para quedarse

ADIÓS. SE FUE UN PERSONAJE INOLVIDABLE, REFERENTE INELUDIBLE DE LA COSTA ROCHENSE

Alma del Cabo Polonio, el Zorro se va para quedarse

 

En su pequeña chacra de Castillos, su voz suave acompañaba explicaciones breves, seguidas de una sonrisa serena y largos silencios que el viento recorría entre el follaje... Era entonces el año 2003.


Silvia Scarlato

- ¿Has visto que tranquilo que es esto? ...Pero aquí falta la mar... Se hizo un largo silencio cargado de palabras. Esas palabras intensas. Las que no se pronuncian.

Vengo aquí para extrañar al Polonio. Tal vez sea esta mi última casa... Tal vez me muera aquí. Lejos del Cabo... (1)

Nació en Rincón de Valizas en agosto de 1924.  Se asentó con su familia en el Cabo Polonio en 1952, para ser de los primeros pobladores estables. Hijo de pescadores y lobero, seguirá el mismo rumbo, alternando otros miles de oficios a lo largo de su vida.

Enamorado de su paraje, referente insustituible del Cabo, el Zorro fue y será de las almas inmortales que saben representar a un sitio.

La mar y el mar son muy diferentes. Si te pones a pensar, si te pones a sentir... Fíjate tú: el mar, ya pasó. En cambio la mar, está pasando, va a pasar... "El" mar, está en pasado. "La" mar, está en futuro.

Y aquí está La mar. La mar que produce golpes enormes dentro de ti..., y que nunca es la misma. Es un ser vivo. Y si no, pon cuidado; sale hoy y camina junto a la orilla, bien junto a la orilla de la mar... Y tú, pon experiencia de que en un momento la mar te quiere llevar... Pasa de ti ese golpe de mar. Te pasa... (2)

La naturaleza es vida, nos dice el Zorro. Ella integra el universo cotidiano de cada día. Pero para ser una aliada, hay que saber respetarla...

Es un mundo aparte. La mar... A mí nunca me mandó otra mujer que no fuera la mar...! Pero que la mujer es la que espera ansiosa al hombre que viene de la mar... ¡si habré visto mujeres caminando por la orilla llorando y llorando...! Incontables. Son mujeres que saben lo que es el peligro de la mar. Tú piensa que cuando uno se hace a la mar, sabe que va, pero no sabe nunca si vuelve. Puedes salir con un día hermoso y al cabo levantarse un viento con el que tienes que pelear y hacer frente como quiera que sea. El viento. El viento invisible. El viento liviano... Mucha fuerza y mucha liviandad. El viento es traicionero. Porque te perjudica y no se hace ver. ¡Y no se esconde tampoco! El viento fuerte, ¡sí que mete miedo! Te hace abrir bien grandes lo ojos, ¡pero nunca le ves...!

Y las dunas... las vírgenes dunas del Polonio. Eran siete. Alcanzaban hasta cincuenta metros. Desde los años setenta van camino a la muerte. Eran siete dunas que se movían, iban, venían, según los vientos... Para abrir una ruta se forestó y desde entonces mueren... ¡A lo que puede llegar la ignorancia...! ¡Si se harán estupideces! ¿no? (2)

De palabras claras y cargadas de poesía, El Zorro es un tesoro para llevarse puesto en el corazón. Exponente extraordinario de nuestra mayor riqueza: nuestra gente. Ese paisaje humano de nuestras tierras, bastión de identidad único para vibrar de orgullo; un paisaje imbuido de una sabiduría y una humildad, cuyas luces son reflejo del más auténtico amor...

El mejor regalo para mí... los hijos. Que haya un hijo en la familia. Esa es la mayor fortuna. Luego nunca terminas de crecer, porque vas haciendo escuelas. Después con los nietos... ¡y ya con los bisnietos...! Criados los hijos, viene la preocupación por su libertad. Y cuando son libres, tú crees que te alivias, pero en realidad es cuando más te preocupas. Y ya después vienen los nietos reemplazando a los hijos y puedes ser con ellos diferente a como fuiste con tus hijos. Los nietos te templan más... Y el abuelo sabe escuchar mejor; tiene otra paciencia porque la experiencia es otra... Por eso ellos reciben de otra manera el consejo que tú les puedes dar... Mucho más tarde, sabrán reconocer ese consejo. Después de golpearse; porque es inevitable que tropiecen. Y es ahí que el nieto entra a conversar en silencio con el abuelo y a reconocer aquel consejo o aquella enseñanza... Es entonces cuando el consejo llega, cuando se hace voz dentro de uno, cuando nos alcanza de verdad en silencio. Después del golpe... (1)

Abuelo y bisabuelo más que activo, bien podría haber sido el Zorro, de esos jefes ancianos que presidieron tolderías en las tribus de nuestros ancestros... Pescador de mar y de río, lobero del plantel insustituible del Polonio, supo contar la tragedia que imponía aquel oficio...

Te mojabas al ir y te mojabas al venir. En pleno invierno. Andabas con la misma ropa y sin comer. Todo lo que sentías era frío. Un frío terrible... Lo que sentías era hambre. Hambre y cansancio y ansias de que aquello terminara de una vez por todas... (2)

Narrador de anécdotas, su agudeza y su picardía han encantado al Polonio y a cuanto visitante se le cruzara. Tejedor de ternuras y esperanzas, de reflexiones profundas y nutridas memorias, el Zorro hace a nuestra identidad más legítima.

Algunos dicen que vienen al Polonio a despejarse. Otros dicen que en el Polonio renacen. Muchos dicen que vienen para olvidar... y yo digo que tal vez, viene para acordarse. (1)

"Ya no tenemos más al Zorro". Las letras marcadas por Nela, la hija menor del Zorro, llamaban en la madrugada, este lunes 17 de enero...

A las 17 horas, en la ciudad de Castillos, familia, vecinos y amigos, cuidamos amorosamente su viaje.

Sus nietos y bisnietos lo tienen claro. El Zorro no se va. "El Zorro está en todas partes" ­ dijo Federico, el bisnieto mayor, con un gesto intransferible.

El Zorro se queda. Con todo su amor y su sabiduría, guarda la impronta del referente auténtico que sabe regalar poesía y dejarla inmortalizada en cada estampido de la mar, en cada bramido del viento.

Sepamos redimensionar las riquezas que albergan nuestras costas oceánicas y nuestros bosques, nuestras sierras y nuestras praderas, más allá de sus aromas y de su extraordinaria geografía. Son los hombres que las pueblan el tesoro mayor al que nos debemos. El tesoro mayor que todavía no hemos aprendido a hacer verdaderamente nuestro.

Que el Zorro nos inspire desde el Cabo Polonio y su faro, emblema del hombre que busca, porque gracias a él, tenemos y tendremos, un Polonio para siempre encantado con su magia y su sabia poesía.

(1) "Buscando el Cabo", Silvia Scarlato, Editorial Fin de Siglo, 2005.

(2) "Un hombre llamado Zorro, Alma del Cabo Polonio", Silvia Scarlato, 2001.

Fuente: La República

 


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